domingo, 27 de agosto de 2017

La Parashá del Rebe: Ki Tetzé (Cuando salgas)



Devarim (Deuteronomio) 21:10 “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y Elohim , tu Adon, los entregue en tu mano y los hagas cautivos”. 

 Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y Elohim, tu Adon, los entregue en tu mano y los hagas cautivos. 

Hay cosas que proceden en un orden apropiado en la vida de la persona y otras que se oponen a su voluntad. Este versículo alude a cómo uno puede asegurarse de que su vida se desarrolle sin contrariedades: “Cuando salgas a la guerra” - cuando las cosas se opongan a tu voluntad y no sucedan de acuerdo a lo planificado, “Hashem, tu Adon, los entregue en tu mano” - Hashem ayudará a que tu vida se desarrolle de una manera apropiada y ordenada, siempre y cuando “los hagas cautivos” - i.e., atraigas la Divinidad hacia ti y te unas constantemente a ella con tus pensamientos. 

Cuando llegues a reconocer que todo proviene de Hashem-incluso aquellas cosas que parecen oponerse a ti- y anules tus deseos ante Hashem, entonces Hashem eliminará las cosas que se oponen a tu voluntad y tu vida se desarrollará con suavidad (Likutey Moharán II, 82:4). 

21:17 “Sino que reconocerá al primogénito, hijo de la odiada, dándole una porción doble de todo lo que posea, porque él es el principio de su vigor; a él, pues, pertenece el derecho de primogenitura”. 

 Porque él es el principio de su vigor; a él, pues, pertenece el derecho de primogenitura. 

 El primogénito recibe una doble porción de la herencia debido a que la fuerza de su nacimiento fortalece todos los subsiguientes nacimientos (i.e., en virtud de su nacimiento, sabemos que sus progenitores son fértiles). 

 El Rebe Najmán enseña que el nacimiento se compara con la plegaria, que también se caracteriza por una doble porción: alabanza a Hashem y pedidos por el futuro (Likutey Moharán I, 2). 

 El rabí Natán agrega que así como el primogénito demuestra la fertilidad de sus progenitores, la plegaria corrobora su propia eficacia. La primera vez (o veces) en que la persona ora por algo, hasta que es respondida, no sabe si sus plegarias darán fruto. Una vez que perciba que sus plegarias son respondidas, continuará orando a Hashem (Likutey Halajot VIII, p. 100b-101a). 

 22:3 “Así también harás con su asno y así harás con su vestido y así harás con toda cosa perdida de tu hermano, que se le hubiere perdido y tú la hubieres hallado; no podrás disimularlo”. 

Devolver un objeto perdido Mientras el dueño no haya perdido la esperanza de encontrar el objeto perdido, aquel que lo encuentre deberá retornarlo. Si el dueño ha perdido la esperanza, el objeto perdido puede ser guardado (Bava Metzía 22b; ver Joshen Mishpat 259 para las leyes de cómo es posible saber cuándo un objeto puede ser retenido). 

“Devolver un objeto perdido” también implica hacer que retornen a Hashem las almas perdidas. Mientras esas almas extraviadas no hayan perdido la esperanza de tener una relación con Hashem, continuarán siendo propiedad de su Dueño (y la persona deberá seguir tratando de acercarlas). 

Pero si piensan que están demasiado alejadas de Hashem y abandonan la esperanza de retornar a Él, son “retiradas” de la propiedad de su Dueño (Likutey Halajot VIII, p. 41b-42a)

22:5 “No vestirá la mujer traje de hombre, ni vestirá el hombre ropa de mujer, porque todo aquel que hace esto es abominación para Hashem, tu Adon”. 

 No vestirá la mujer traje de hombre, ni vestirá el hombre ropa de mujer 

 El hombre representa la Torá. La mujer representa la plegaria. 

 Al igual que la mujer que, conceptualmente, pide por sus necesidades, la persona que ora delante de Hashem no debe demandar que las cosas sucedan como quiere, sino sólo pedir la ayuda de Hashem. Sin embargo, cuando se trata del estudio de la Torá, uno debe actuar con GueVuRá (גבורה, fuerza) -que contiene las mismas letras que GueVeR (גבר, hombre)- demandando alcanzar sus objetivos. 
La persona no debe “cambiar las ropas” - i.e., no debe ser demandante en la plegaria ni encarar sus estudios de una manera sumisa (Likutey Halajot IV, p. 486). 

 22:8 “Cuando edifiques una casa nueva, harás un parapeto a tu techo, para que no traigas delito de sangre sobre tu casa, si de allí cayere alguno”. 

 Cuando edifiques una casa nueva, harás un parapeto a tu techo La Torá especifica una casa “nueva”, aunque los techos de las casas viejas también requieren un parapeto para impedir que la gente se caiga. El énfasis puesto en “nueva” significa que la casa debe ser utilizada para la renovación: dentro de sus paredes, la persona debe dedicarse constantemente a renovar su compromiso con la Torá. Para tener éxito, debe construir un parapeto para su “techo” - es decir, para su intelecto. Debe tener cuidado y no ir más allá de sus limitaciones y capacidades. De otra manera, “podría caer de allí” (Likutey Halajot VIII, p. 259a).

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