La persona arrogante no puede siquiera abrir sus labios. Le falta la facultad del habla y es incapaz de decir palabras que irradien luz. Cuando las palabras de la Torá pasan por sus labios, no sólo dejan de brillar en él y de llevarlo a mejorar, sino que, peor aún, la Torá misma se vuelve burda (nitgashem) y se oscurece en sus labios.
Consejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario