lunes, 6 de noviembre de 2017

La Parashá del Rebe: Jaiei Sara




Bereshit (Génesis) 23:1 Fue la vida de Sara cien años y veinte años y siete años, los años de la vida de Sara 

 Cien años y veinte años y siete años 

A los cien años, ella era como de veinte años, sin pecado. 

A los veinte, ella era tan hermosa como una joven de siete. 
Y todos sus años fueron iguales en bondad (Rashi). 

Existen cuatro niveles de humildad: ser más humilde que aquellos que son más grandes que uno, ser más humilde que aquellos que son iguales a uno, ser más humilde que aquellos que son menos que uno y, si uno es la persona más humilde, ser mucho más humilde todavía (Likutey Moharán I, 14:4). 

La humildad es la esencia de la vida, en especial la vida en el Mundo que Viene (ver Likutey Moharán II, 72). 

Sara refleja el cuarto nivel de humildad, el de ser la persona más humilde. Tanto a los cien años como a los veinte y a los siete, ella fue siempre la más humilde. Y “todos sus días fueron buenos”, pues de esa manera, alcanzó la verdadera humildad, que es la esencia de la vida (Likutey Halajot V, p. 280a). 

23:9 “Que me dé la Cueva de Majpelá, que él posee, la cual está al extremo de su campo. Que me la dé por su valor completo, para posesión de sepultura, ante ustedes”. 

La Cueva de Majpelá Había una gran luz en la Cueva de Majpelá, proveniente del Jardín del Edén. Pero Efron no la percibía, por lo que estaba ansioso de venderla. Abraham vio la luz y supo que ella marcaba la entrada al Jardín del Edén. 

Así, estaba deseoso de comprarla. De manera similar, tanto la persona común como el Tzadik están expuestos a los tremendos niveles de Santidad que abundan en el mundo, pero sólo el Tzadik los aprecia. La persona sabia busca superar su insensatez y los deseos materiales para acercarse al Tzadik, quien puede revelarle esa tremenda belleza Divina (Likutey Moharán I, 17:2). 

24:14 “Y si le digo a la joven, ‘Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba’ y ella responde: ‘Bebe tú y también a tus camellos daré de beber’; ésta será la que designaste para Tu siervo y en esto conoceré que hiciste benevolencia para con mi señor”. 

Eliezer buscó la pareja de Itzjak Itzjak representa los juicios estrictos que deben ser mitigados. Los juicios estrictos son producidos generalmente por el pecado, que le quita las chispas de santidad a la persona y la fuerza a trabajar muy duro en sus devociones para poder recobrarlas. 

De manera similar, nuestros Sabios enseñan que la pareja de la persona es considerada como si estuviese “perdida” hasta su boda (Kidushin 2b), indicando que hasta el momento de casarse, la persona se encuentra bajo los juicios estrictos (debido a su pareja “perdida”). 

La historia de Itzjak buscando su pareja alude a ambos conceptos. La Torá se ocupa en gran detalle del viaje de Eliezer para encontrar a Rebeca, e incluso repite la historia, todo debido a que Itzjak (i.e., los juicios) había “perdido” su pareja y debía buscarla (Likutey Halajot II, p. 95a).

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