domingo, 15 de abril de 2018

La parashá del Rebe: Metzorá



Vaykra / levitico 14:4 “El Cohen mandará que se tomen para aquel que se ha de purificar dos aves vivas, puras, con madera de cedro y tela carmesí e hisopo”. 

Dos aves vivas, puras 

 ¿Por qué el leproso debe traer dos pájaros como sacrificio? 

La lepra es el castigo para quien ha calumniado. Enseñan nuestros Sabios: “Que las aves que pían constantemente efectúen el perdón por la persona que parlotea” (Vaikrá Rabah 16:7). Esas dos aves vivas, puras, son la fuente de la “voz de la santidad”, que corresponden a los querubines sobre el Arca en el Santuario. 
El Arca es la fuente de la profecía; así, la palabra JaZáN (חזן, cantor) está relacionada con JaZóN (חןון, visión - i.e., profecía). 

Cuando la persona canta en aras de Hashem, trae su canción de las dos aves vivas, puras, y de la inspiración de los querubines, la fuente de la profecía. Esa clase de música puede inspirar a muchas otras personas al servicio a Hashem. Pero cuando la persona se ve motivada a cantar canciones vulgares o profanas, o para obtener ganancias personales, entonces trae su música de los “pájaros de la impureza”. Esa clase de música puede dañar espiritualmente a todo aquel que la escuche (Likutey Moharán I, 3). 

14:8 “Entonces aquel que se purifica lavará sus ropas y afeitará todo su pelo y se bañará en agua y quedará puro: y después de esto podrá entrar en el campamento; pero habitará fuera de su tienda siete días”. 

 Afeitará todo su pelo Aquel que calumnia a otra persona es castigado con la lepra; como parte del proceso de limpieza, debe afeitar su cabeza. La calumnia corresponde a la disputa, que fue el pecado de Koraj. Afeitar la cabeza significa retirar los juicios, mitigar los decretos y la rectificación de la disputas (Likutey Halajot II, p. 15a).

viernes, 13 de abril de 2018

Controversia y disputa

La persona envuelta en una disputa no debe dejarse llevar y decir que todo lo que le hagan, ella lo devolverá. Esto sólo hace que su oponente logre su objetivo que es ver sufrir a su víctima. Lo mejor es juzgar al enemigo en la escala del mérito e incluso, en lo posible, hacerle favores. Esta es la mejor manera de anular sus objetivos. Al final sus malas intenciones caerán sobre su propia cabeza.